ADIÓS A LAS EXCUSAS PARA DESAFINAR




Seguro que te ha pasado alguna vez, quizás lo has visto en alguien que conoces. Después de un tiempo preparando un repertorio concreto para un ensamble, has conseguido dominar tu papel. Llegado el momento del ensayo, empezamos a tocar y suena… peor de lo que recordabas. Entonces empieza el ritual:

Se para lo que se esté haciendo y se propone afinar.
Alguien da una nota y todo el grupo la va repitiendo uno a uno.
Llega tu turno y tu compañero te dice: “estás alto, sácale”.
Sacas la bomba y vuelves a probar: “ahora estás bajo”.
Se repite el proceso hasta que se pasa a la siguiente víctima, más por gestión del tiempo que por haber solucionado el problema.

Esta situación, por desgracia más común de lo que nos gustaría, pero esto puede cambiar. A continuación, te hablo un poco de la afinación y cómo trabajarla.


Cómo se llama ¿afinación o entonación?

Pues parece que hay bastante confusión al respecto. De hecho, si buscamos en la RAE hay dos definiciones de afinación que se refieren a la música:
Poner en tono justo los instrumentos musicales con arreglo a un diapasón o acordarlos bien unos con otros.
Cantar o tocar entonando con perfección los sonidos.

Pero las dos primeras definiciones de entonación también se parecen mucho:
Cantar algo ajustándose al tono.
Dar determinado tono a la voz.

Pues como podrás imaginar, hay diversas opiniones. Para ser preciso, yo prefiero llamar afinación al ajuste del instrumento con arreglo a un diapasón y entonación a la habilidad de cantar un pasaje musical ajustándose a un tono. Esta idea de cantar nos ayuda a dirigir nuestras interpretaciones de forma mucho más natural, y por eso me gusta. Pero en terminologías, para gustos, los colores.

Por cierto, vista ya esa distinción me gustaría comentarte algo. Tener clara la entonación de las notas es mucho más importante que afinar el instrumento. De hecho, cuando afinamos sólo estamos adaptando el instrumento para facilitar la entonación respecto al resto de intérpretes. Las alteraciones en el instrumento son, en el caso de la trompeta en Sib, de 1 a 3 cm siendo su longitud total de 1’48 m. Esto significa que la estamos alterando sólo un 0’7-2% de su tamaño y, por tanto, estos ajustes influyen más bien poco en la entonación del sonido. Si lo que quieres es no desentonar en el grupo, el mejor consejo es que abras las orejas.
Uno más uno es más de dos

Como lo lees: cuando escuchas dos sonidos a la vez, aunque sean sonidos muy pobres en armónicos, producen un tercer sonido. Esto pasa porque las ondas con diferente frecuencia se interfieren entre sí un determinado número de veces por segundo. Y si los dos sonidos son parciales consecutivos de la misma serie armónica, la nota que producirán será la fundamental de la serie, independientemente de su altura. Vemos la interacción de los parciales (armónicos) 4 y 5 en el ejemplo.



Vamos a ver los valores de una serie armónica más habitual. Tomaremos como fundamental un Do 2, que puedes encontrar en un teclado afinado a La = 440 Hz.




Serie armónica basada en un Do 2

Ahora vamos a hacer sonar dos notas y a calcular su diferencia, para comprobar que concuerda con la fundamental. Tomaremos, como en el ejemplo anterior, los armónicos 4 y 5, que son el Mi 4 y Sol 4. Para saber la frecuencia con la que interfieren, deberemos calcular la diferencia entre frecuencias, es decir, restarlas. Por tanto 327.032 – 261.626 = 65.406. Por eso, si esas dos notas están bien afinadas conforme a la serie armónica, escucharemos la fundamental. Si nunca has oído este fenómeno, puede que sea porque los sonidos suenan mucho más suaves que las “notas reales”. Sin embargo, son audibles al oído humano, así que te animo a que al menos lo intentes.

Tocando dos notas continuas de la serie se genera la fundamental.


Hemos visto el caso de dos notas consecutivas, pero si son dos notas de la serie, el resultado será otra nota de la serie. Si, por el contrario, son notas aleatorias, el sonido no pertenecerá a una serie necesariamente, pero se producirá igualmente, aunque con mucha menos intensidad. Esto es la clave de tocar afinado y se llaman notas resultantes. Es así de simple, si dos o más personas tocan a la vez notas diferentes, se producirán sonidos que nadie ha tocado.

¿Y por qué es esto tan importante? Suena increíble, pero estos nuevos sonidos ¡se vuelven a sumar!
Los matices importan

Aquí otro tema al que hay que prestar atención cuando afinamos. Los matices alteran no sólo la percepción de la afinación, sino la afinación en sí, sonando más bajo cuanto más fuerte se toca. Esto lo explica Robert Lundin en su libro An objective Psychology of Music, cuando hicieron sonar un La 440Hz con un sintetizador y le fueron subiendo el volumen y midiendo la frecuencia con un afinador estroboscópico. Y el resultado fue que al subir de 50 a 100 decibelios, la frecuencia de la nota bajó 2/3 de semitono. Aunque estas herramientas no se usen hoy en día debido a la practicidad de lo electrónico, resultan increíblemente precisas.

Además, el director y compositor George Szell recomendaba afinar los acordes tocando las voces más graves más fuerte que las agudas, para mejorar el balance armónico. Dicho esto, tanto la afinación como las dinámicas son partes fundamentales de las paletas de colores con las que podemos jugar en nuestras interpretaciones. Por tanto, esto debe de ser tomado como un consejo para mejorar el control de nuestro instrumento, y no para hacer nuestras interpretaciones menos humanas. Por eso los matices son importantes, aunque siempre hay que prestar atención al oído.



Problemas de afinar con la serie armónica

De momento ya hemos visto la mejor parte de afinar con la serie armónica, lo que se llama afinación pura. Este sistema de afinación tiene un problema fundamental: sólo sirve para un tono, que es el equivalente a su fundamental. ¿Qué hacemos cuando queremos modular? Tenemos que cambiar instrumento, o afinarlo en el nuevo tono.

Como puedes imaginar, esto supone enormes limitaciones para los compositores, quienes querían dotar a sus composiciones con muchos más colores, jugando con distintas tonalidades. Así que parece que a principios del s XVI, algunos constructores de guitarras empezaron a dividir las octavas en 12 notas iguales, para así poder cambiar el centro tonal en sus composiciones. Aunque Frescobaldi parece que fue uno de los primeros compositores en apreciar este sistema en instrumentos de teclado, parece que no fue hasta 1722 cuando Bach escribió su conocido método El clave bien temperado (Volumen I). Compuso 12 fugas con sus 12 preludios, una en cada uno de las 12 notas del sistema temperado, para explotar las posibilidades de un instrumento de tecla afinado en este sistema.

Esto significa que, desde tiempos de Bach, la afinación de los teclados y por tanto el estándar en la música occidental ha sido principalmente el temperamento igual o sistema temperado. Por tanto, cuando toquemos con un piano tenemos que tener esto en cuenta y adaptarnos a su sistema.
Temperamento igual

Entramos en el temperamento igual. Si recuerdas, la frecuencia de las notas en el sistema de afinación pura cambiaba en función de la fundamental, también llamada tonalidad. En el temperamento igual cada nota tiene una frecuencia determinada independientemente de la tonalidad en la que estemos.

Como consecuencia, las notas resultantes que hemos visto ya no van a ser notas de la serie armónica, y perderemos propiedades acústicas. Por eso, si intentas hacer el ejercicio que hemos hecho antes con el Mi 4 y el Sol 4 en un teclado, no vas a escuchar el Do 2 que era la fundamental.

Pero no te preocupes que Christopher Leuba ya pensado en esto. Según él, debemos respetar la afinación pura, excepto cuando causa un conflicto con el piano, donde debemos adaptarnos al temperamento igual. Estos conflictos a menudo están relacionados con unísonos entre ambos instrumentos o el tratamiento de la voz en algunos acordes; es decir, si el piano continúa tu frase. Cuando esto suceda, aprovecha el vibrato para suavizar estas situaciones.
Pedagogía y entonación

Podemos trabajar la entonación siguiendo dos estrategias diferentes:

Mirando el afinador: tendríamos que ajustar el sistema de afinación, que como hemos visto suele ser entonación pura o temperamento igual para los músicos clásicos. Después, tendremos que prestar toda la atención a la calidad del sonido y buscar siempre la mejor resonancia en el instrumento.
Escuchando al afinador: Si prestamos atención al tocar sobre una nota tendida, podemos observar que las notas resultantes sonarán solas. Por lo tanto, la resonancia en el instrumento aumentará, permitiéndote poder escuchar los armónicos. Esta particularidad es especialmente útil al afinar acordes cuando tocamos en grupo.


¿Qué estrategia elegirías? ¿Detectar qué es lo que está pasando en una escucha activa de tu sonido o comprobar en un dispositivo si tu frecuencia coincide con la de su base de datos? Claro, desarrollar una habilidad suele ser mejor idea. Ahora bien, la primera estrategia puede ser útil cuando el intérprete es un principiante y todavía no es consciente de que puede controlar la afinación de su instrumento. En ese caso, usar una herramienta puede ser apropiado, siempre que el objetivo sea desarrollar la escucha activa.

Por si no lo sabes, o lo llamas de otra forma, un dron es un dispositivo electrónico que nos proporciona un pedal continuo. La mayoría de los afinadores incorporan la función de dron. Yo personalmente uso esta app para iOS y Android, pero para los que prefieran un entorno sin Smartphone en el aula, suelo llevar este en la funda por si me quedo sin batería.
Consejo final para el próximo ensayo

Bueno, pues ya has visto cómo funcionan los dos sistemas de afinación más comunes: afinación pura, basada en los armónicos naturales de las notas, y temperamento igual, que es una estandarización y nos permite modular. Además, también sabes cómo trabajarlas y cómo explotar las ventajas acústicas de un sistema en la versatilidad del otro. Así que la próxima vez que tengas que tocar en grupo, recuerda que si escuchas notas que nadie ha tocado, lo estás haciendo muy bien.

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